jueves, 15 de septiembre de 2011

Publicar resultados negativos

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Supongamos que estás intentando pulir fibra óptica embutida en resina plástica con abrasivo de alúmina y no sale, ¿Que concluyes? Hay al menos  dos opciones: (i) No se puede pulir fibra óptica por ese procedimiento, (ii) no he sabido apañármelas para pulir la fibra con esos materiales. Vale que el ejemplo es muy personal, pero no me venía otro a la cabeza ahora. El asunto es general, cuando algo no sale no sabes si es intrínseco (eso no puede ser) o si es fruto de tu incompetencia (no has sabido hacerlo bien). Lo primero sin duda sería un resultado científico valioso, interesante para otras personas, útil para ahorrar mucho tiempo, incluso para reflexionar teóricamente sobre esa imposibilidad. Lo segundo es una muestra de incapacidad personal sin valor alguno. Puestas así las cosas ¿Se deben publicar los resultados negativos? Recientemente se ha presentado una revista destinada específicamente a ello, y en “La ciencia y sus demonios” se hacían echo de ello con un artículo que merece la pena leer.

La no publicación de resultados negativos se convierte en un problema esencial en las disciplinas que tratan temas más complejos (más que el ejemplo que he puesto al comienzo y similares). En problemas más próximos a los primeros principios, la "reproducibilidad" es el juez último: si las piedras caren para abajo, un experimeto negativo es casi seguro que fue un error, y la reproducibilidad del hecho real minimiza (o aún anula) el problema de la no publicación de resultados negativos. En las ciencias de la vida, por ejemplo, las cosas son mucho más complejas, y que un medicamento, fertilizante o similar produzca el efecto deseado o no, depende de muchísimos factores. En cada experimento se analizan algunos de esos factores intentando dejar fijos todos los demás (incluyendo su efecto en experimentos "blanco"). En estos casos los resultado negativos incorporan tanta información como los positivos. De hecho las valoraciones finales sobre la efectividad de los productos testados se basan en "metaestudios" (estudios sobre los estudios) en los que se analizan los resultados obtenidos por múltiples investigadores en diversas condiciones experimentales. Es obvio que la no publicación de resultados negativos desviará el resultado final hacia positivos... falsos.

Una de las soluciones propuestas para evitar el sesgo de la publicación positiva es el preregistro de experimentos: la conveniencia (eventual obligatoriedad) de que los experimentos que se vayan a realizar hayan de ser registrados con anterioridad (en algún tipo de repositorio abierto), de forma que ocurra lo que ocurra con el experimento se disponga de la información pertinente. Sobre este tema del preregistro (incluso analizando efectos secundarios perniciosos y como minimizarlos) recomiendo leer este comentario de "neuroskeptic", especialmente centrado en psicología y neurociencias, pero extendible a todas las ciencias de la vida y a todas las ciencias en general.

Sobre toda esta cuestión, hay una estupenda charla TED de Ben Goldacre (un médico que se ha especializado en este problema). 20 minutos que merecen la pena:

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