Cuando uno está en el laboratorio, anda buscando la solución de un problema y podríamos pensar que cuando la encuentra, cuando descubre la solución, ha concluido con éxito su investigación. Nada más lejos de la realidad. Es necesario que ese descubrimiento se socialice, se comunique a otras personas, a otros científicos, y que éstos lo reciban y lo incorporen a su acerbo cultural. “Es necesario” ¿en qué sentido? Pues tanto en el filosófico como en el profesional. Si un descubrimiento queda en la persona que lo hace, para la humanidad es como si no se hubiera hecho, no pasa a formar parte de ese conocimiento compartido que es la ciencia. Pero por otro lado, nadie te reconocerá el descubrimiento, con lo que no te apuntas un mérito profesional; y sin méritos profesionales no progresa la carrera de un científico.
Esa búsqueda de la solución a un problema tiene que comenzar con la información sobre lo que ya se sabe del mismo. Hay que estar en la frontera del conocimiento para dar un paso más allá y crear conocimiento nuevo, que según veíamos es en lo que consiste la investigación científica. ¿Dónde está ese conocimiento establecido? Está escrito en "documentos científicos".
Así pues el proceso de la investigación comienza y termina en la documentación científica. Al plantearse un problema hay que empezar por leer lo que de él se sabe y con ello plantear el trabajo, la investigación propiamente dicha. Tras realizarla con éxito y obtener algunas conclusiones novedosas, no se termina hasta que se escribe, hasta que se publica algún documento científico.
Pero eso de la "documentación científica" es muy amplio, hay distintos tipos de documentos (lectura 4) que juegan distintos papeles tanto en la función social de la investigación (lectura 4) como en el propio proceso de la creación científica (lectura 2). Pero de esos documentos hay uno que es la madre de todos los documentos, el artículo primario (lectura 1). Hay que saber qué es, qué estructura tiene y la razón histórica que ha llevado a ella (lectura 1). La historia de las revistas científicas (mucho antes de que adquirieran su estructura actual) es también un asunto interesante (lectura 3), así como la velocidad de crecimiento en la cantidad de documentos y la necesidad de disponer de sistemas que faciliten el acceso, las fuentes secundarias. Esto de las fuentes primarias y secundarias, y la literatura gris, en la lectura 5.
(Ojo las lecturas están en MiAulario, se accede desde los enlaces de abajo)
Lectura 1
Hay un libro, clásico ya, de Robert Day titulado "como escribir y publicar un artículo científico". De este libo hay que leer el prefacio y los 3 primeros capítulos (cada uno es de 4 hojas):
- Que es la escritura científica
- Origen histórico y estructura de los artículos
- Que es un artículo científico
En MiAulario están escaneados esos capítulos de la versión en inglés, pero descubro que está en la red, completo, en castellano, en pdf en varios lugares (por ejemplo aquí).
Lectura 2
El capítulo del libro de Ruy Pérez Montfort sobre las formas de difusión de los resultados de la investigación. Da una visión más amplia que la lectura anterior (por ejemplo incluye los congresos) y permite centrar mejor el tema. Pero creo que es mejor empezar por el anterior para asumir de una forma más rotunda algunas “verdades” sobre este tema.
En el capítulo introductorio se encuentra una introducción una explicación de la historia de los documentos científicos (complementaria a la que se vio en la lectura 1), algunas cuantificaciones sobre volúmenes de información, etc. En resumen, se introduce el tema de la documentación científica.
El libro en sí no nos encaja mucho ahora, pero tiene una introducción (donde está la figura adjunta) en la que analiza utilidades sociales de la actividad investigadora (la R, porque como los autore son franceses le llaman recherche) así como los distintos documentos que generan los investigadoras en cada una de esas líneas.
Se puede repetir el proceso de clasificar formas y elementos de comunicación científica de otro modo. En vez de pensar en usos sociales de la investigación (como en la lectura 4 y la figura adjunta) pensemos en tipos de público y formas de comunicar la ciencia por parte de un investigador. Esto hicieron los autores del siguiente vídeo:
Lectura 5
Del mismo libro que la lectura 3, en el capítulo 3 "las fuentes de información", vamos a ver los documentos científicos desde el punto de vista del lector, como fuentes en las que documentarse. Y desde ese punto de vista las clasificamos de otra forma.
En resumen, hemos visto los documentos científicos desde cuatro puntos de vista:
- El papel que juegan en la producción del conocimiento científico (lectura 2)
- Documentos adecuados a las distintas funciones sociales de la investigación (lectura 4)
- Fuentes de información, la documentación científica vista desde el que ha de leerla (lectura 5)
- El documento científico como mérito profesional del científico (lectura 1)
-------- Es obvio que las fechas en este blog
son falsas, están trucadas para mantener un óden temático de las
entradas. Esta fue realmente actualizada por última vez el 12 de marzo de 2013, incluyendo el vídeo procedente originalmente del curso Investigación científica 2.0.1: procesos clave en una sociedad digital (en Miriadax, por la U de G y en concreto @miquelduran)
Pues es difícil dar datos precisos, pero podríamos resumirlo en que la cantidad de información científica que se genera es ingente, y su crecimiento descomunal, exponencial con pequeñas variaciones.
Se suele considerar el comienzo de la literatura científica basada en revistas en el año 1665, con la publicación del Journal des savants. Bueno, los ingleses insisten en que sus Philosophical Transactions of the Royal Society son al menos tan antiguos. En cualquier caso, a partir de mediados del XVII ya no hace falta escribir un libro para comunicar un avance científico, aparecen las revistas. Y su crecimiento es exponencial desde el primer momento, como se puede ver en la gráfica adjunta (tomada del libro de Álvarez - Ossorio). Es interesante, además, ver como aparecen las "revistas de resúmenes" con un decalaje de aproximadamente un siglo, cuando el número de publicaciones primarias rondaba las 300.
Han pasado los siglos y a partir de la segunda guerra mundial (gracias al éxito del modelo que supuso el proyecto Manhattan, por cierto) la ciencia se ha profesionalizado. Ahora no son unos pocos caballeros ingleses o franceses los que dedican su tiempo al conocimiento científico, sino miles de personas en muchísimos países; y financiados por ellos además.
La siguiente gráfica presenta el crecimiento de la información científica entre 1817 y 2009. (Se puede ampliar bastante pinchando en ella). Ahora ya no es tan fácil asegurar que no te has dejado ninguna publicación como en 1700, pero seguro que la tendencia es correcta. Se presenta el "número promedio de artículos citados" tomados de casi 30.000 revistas desde el momento de su creación, todo según la base de datos SCOPUS. La información está, además, ordenada en 27 categorías, aunque sobre esa segmentación es muy difícil sacar conclusiones de la gráfica. Llama la atención el cambio de velocidad de crecimiento que se produce tras la segunda guerra mundial, un auténtico despegue. Por cierto, la caída de los últimos años probablemente sea un artefacto debido a que los artículos, para ser citados, tienen que estar un cierto tiempo en circulación. Por eso los más recientes quizá no estén aún en el nivel que alcanzarán pasado un tiempo. De todos modos esto es una hipótesis personal algo aventurada, porque no se exactamente como se han filtrado los datos.
He llegado a esta magnífica ilustración a través de Carlos Chordá, y el original es de Wired Science, y forma parte de un conjunto de 10 visualizaciones de la actividad científica que de verdad merece la pena hojear.
(Oct 2015). Y un crecimiento tan brutal, ¿no puede llegar a ser excesivo? Pues parece que si, que hace que la vida de los artículos científicos sea cada vez más corta, decayendo muy rápido su número de citas. Analizan ese fenómenos en ESTE trabajo, "Attention decay in science".
Como estudiantes estamos acostumbrados a que siempre hay alguien por encima que corrige nuestro trabajo. El profesor corrige los exámenes y los trabajos. Si estamos en desacuerdo con la corrección podemos solicitar un tribunal, la intervención del Decano (o Director de Escuela), etc. En cursos de doctorado uno a veces sospecha que el que te está corrigiendo no sabe más que tu. Esta situación es la norma cuando estamos hablando de la producción científica. Si la investigación científica consiste en generar conocimiento nuevo, ¿quién va a saber más como para corregirlo? Sin embargo tampoco parece que se deba publicar cualquier cosa (el móvil perpetuo u otras ocurrencias). El equilibrio al que se ha llegado históricamente en este asunto es el conocido como "revisión por pares" o "peer review", que lo revisen otros científicos que trabajan en temas próximos, personas del mismo "rango" que el evaluado pero temporalmente en posición de jueces.
Sobre este asunto podemos comenzar con un artículo periodístico (El País) donde se explica la idea general de forma muy divulgativa (es el párrafo anterior con declaraciones de científicos) o pasar directamente a la lectura de este texto de José R. Alonso, claro, conciso y con todo lo esencial. De ese texto está sacada la anterior ilustración, que muestra el proceso seguido por un artículo desde que se envía hasta que se publica. En la Wlikipedia se hace una descripción muy sistemática del proceso, con muchos enlaces, excesiva para lo que nos ocupa (salvo para quien quiera profundizar más).
A nadie le hace gracia que le rechacen un artículo sometido a este proceso de revisión. Algunos se enfadan muchísimo:
Tanto se enfada el personal que dispara el humor, no sólo filmando a su director de tesis en un arranque de ira (porque el del vídeo el el director de tesis de alguien ¿no?) sino que se preparan cartas de rechazo con las que contestar la carta de rechazo del editor (echadle un ojo, merece la pena, de verdad).
Pero no sólo es una cuestión de sentimientos personales, el sistema de revisión por pares tiene sus defectos, sin duda ninguna, y permanentemente están surgiendo ideas par modificarlo total o parcialmente. El uso de procedimientos análogos a los de las redes sociales es uno de moda en la actualidad: se publica todo y los lectores ya marcarán "me gusta" más veces en los mejores. Ver por ejemplo este ejemplo sobre blogs y este sobre twitter.
De todos modos, no quiero concluir sin recordar que todos los problemas y defectos que centran siempre cualquier comentario sobre la revisión por pares, no invalidan el que sea un invento magnífico, parte fundamental del avance de las ciencias en las últimas décadas.
El relato científico tiene una estructura muy bien definida. El objetivo de esta narración no es producir una lectura agradable, divertida e interesante como pueda serlo el de una novela policíaca. En el texto científico el asesino suele quedar descubierto en el mismo título, si no en el abstract seguro. En el capítulo 2 del libro de R. Day (AQUÍ en MiAulario, y AQUÍ en la red) se describe y explica este asunto de la estructura del artículo científico, que hasta tiene nombre: IMRAD. Esa estructura no es privativa del artículo, del formato, sino del relato científico en el que se quiere exponer qué se ha hecho, los resultados que se obtienen y el significado de todo ello. Podemos reconocerla en el siguiente vídeo:
Dada la cantidad de documentos es impensable ir directamente a las fuentes primarias, los "buscadores" o fuentes secundarias nos ayudarán mucho en el proceso de documentación. Pero aunque todas las interfaces son iguales y parece que estás haciendo lo mismo, es importante diferenciar dos situaciones:
- Una base de datos (y su interfaz de búsqueda en la base)
- Un buscador en Internet especializado en determinados documentos
Dos textos en los que otros colegas ya han desarrollado el tema:
En cualquier caso, encontramos la documentación y accedemos a ella a través de la Biblioteca Universitaria. Esta es una de las instituciones que más está cambiando en los últimos años: De ser el centro de la vida académica, la catedral (al menos en la arquitectura del campus de la UPNA se ve clarísimo), ha pasado a ser un elemento transparente. Es gracias a la Biblioteca que conseguimos que los artículos aparezcan en nuestro ordenador, gestiona las suscripciones, agrega compras, optimiza la inversión en suscripciones... pero todo de forma transparente, ahora los artículos aparecen en tu terminal sin que tengas que pasarte por allí. Pero no nos olvidemos, sin esos medios no lo conseguiríamos. Desde casa no funciona (¿o si?)
En 6,5 min se describen en el siguiente vídeo 3 herramientas esenciales para documentarse. Creo que no hace suficiente hincapié en que dos son bases de datos y la tercera un buscador, pero en todo caso está muy bien:
Las colecciones de cromos se hacen con el objetivo de terminar la colección. Se busca la completitud. La búsqueda de referencias relativas al trabajo que uno está haciendo quizá no debería seguir el mismo patrón. Para empezar tener referencias que uno no ha leído es como no tenerlas, no sirve de nada (cosa que con los cromos no pasa, es su simple posesión y exhibición lo que tiene valor). Por otro lado la colección de cromos es finita, tiene un número determinado de cromos, y aunque algunos cuesten de encontrar (y se haga uno con muchos “repes” en el intento) es posible terminarla.
En el caso de las referencias no hay definido un criterio de pertenencia a la colección, al menos de forma precisa, con lo que la tarea se vuelve infinita. Por último, hoy en día las referencias (y los propios artículos) están en la red… si uno no es muy ordenado es más fácil volver a localizar un artículo en su fuente original que en tu disco duro (y no digo ya en tu archivador de papel). Eso si, que no se interprete esto como que hay que tirar todos los cromos y no tener nada; es imprescindible dominar el campo en el que uno trabaja, y para eso hay que conocer los grupos que trabajan en ello, los avances relevantes de los últimos tiempos, etc. Es decir, hay que tener una bibliografía relevante del tema. Esa sería la clave, tener una colección relevante, no una colección completa.
Los álbumes de comos en este negocio se llaman "gestores de referencias", bases de datos especialmente diseñadas para que uno vaya colocando allí los artículos que va leyendo, ordenados. Algunos gestores de referencias clásicos son Endnote o RefWorks (del que la UPNA tiene suscripción corporativa). Pero en mi opinión el mundo de los gestores de referencias ha dado un vuelco (para bien) con la aparición de Mendeley (su página, su entrada en Wikipedia). Creo que es un cambio radical porque aúna muchas funciones en una sola herramienta que además es de uso intuitivo. Además de almacenar la referencia, almacena el pdf (si quieres) y puedes leer el pdf en la misma aplicación y añadirle comentarios y "post its digitales". Esas referencias, documentos y comentarios los puedes compartir con compañeros, y tenerlos accesibles en la red (en la nube), con lo que puedes acceder a ellos desde cualquier lugar (incluído el smart-phone o la tableta). Mi recomendación es que os abráis una cuenta en el sistema lo más rápidamente posible. ¿He dicho que es gratis? Sólo si la cantidad de documentos que pretendes tener accesibles en la red es muy grande, hay que pagar por el hosting, pero en la versión gratuita caben un buen montón. No me llevo comisión, ¡¡ me ha apasionado su uso!!
Por cierto, la viñeta es de aquí, un sitio que merece la pena.
Adam Ruben’s tongue-in-cheek column about the common difficulties and frustrations of reading a scientific paper broadly resonated among Science Careers readers. Many of you have come to us asking for more (and more serious) advice on how to make sense of the scientific literature, so we’ve asked a dozen scientists at different career stages and in a broad range of fields to tell us how they do it. Although it is clear that reading scientific papers becomes easier with experience, the stumbling blocks are real, and it is up to each scientist to identify and apply the techniques that work best for them. The responses have been edited for clarity and brevity.
Más reciente y conciso es esta entrada que se resume en: ve a leer el trabajo sabiendo lo que buscas (es del blog de Stephen Downes, pero lo copio entero por su brevedad):
Although this article is specific to artificial intelligence (AI)
papers, it has a broader application, and I find many of the principles
apply to papers in other domains, including online learning. A paper is
not like a novel you read from beginning to end. Different types of
papers are read differently. For example, I will read a formal academic
paper starting with the abstract, then decide to look at the literature
review (if the area is new to me) or the discussion (if it's not). If
the discussion offers interesting results, I'll look at the methodology.
For a stream-of-consciousness blog post, by contrast, I'll often read
from the bottom up, so I get the author's main point first, then work
back through the chain of reasoning that brought them to it. The main
point here is: know what you're looking for, and have a strategy for finding it in the paper (if it's there). Image: