Cuando se pregunta a los estudiantes que se matriculan en el doctorado o en másteres de investigación por sus motivaciones nunca contestan "estoy comenzando mi carrera de científico". El adjetivo "científico" suena demasiado rotundo como para aplicárselo a uno mismo; como mucho podemos hablar de “investigación”, “investigador” o algo similar. Alguna vez, y mejor al principio, hay que plantearse claramente la cuestión.
Si no se reflexiona más, científico se asocia con “físico” (como mucho biólogo) o con alguno de los aspectos más “duros” y especulativos de la actividad científica. Es fácil chocar con todos estos estereotipos y no identificarse con ellos incluso cuando se ha estudiado alguna de estas disciplinas “duras”. Tanto más si lo que se ha cursado es alguna ingeniería, dado que el estereotipo de estas disciplinas pretende alejarse de la “ciencia especulativa” tanto como sea posible.
Una vez asumido (siquiera sea formalmente) el papel de “aprendiz de científico”, el siguiente paso es reflexionar un poco sobre lo que es y lo que significa esa actividad. No es tarea fácil, tiene muchas vertientes y algunas muy enrevesadas. En todo caso, se incluyen algunos textos y referencias para ir desgranándolo:
Este texto ofrece una aproximación operativa, basada en las experiencias de una persona que de verdad practica la actividad científica. En ella se ofrecen pistas y guías de actuación sin pretender formalizaciones sofisticadas, ni partiendo de un esquema teórico prefijado. Se trata del primer capítulo de
un estupendo librito de
Ruy Pérez Montfort
Esta segunda lectura pretende una cierta formalización del método científico. No tanto una formalización filosófica como el análisis de algunos de los elementos que hay que considerar. También aquí se pueden encontrar “recetas” prácticas de actuación. Se trata de unas páginas del libro "
An introduction to Scientific Research" de
E. Bright Wilson Jr.
La tercera lectura (ALFONSECA, M. (1999). ¿Progresa indefinidamente la ciencia? Mundo Científico, 201, pp. 61-67) proporciona, de una forma muy condensada, una serie de pinceladas sobre el estado actual de la ciencia: ¿Progresa indefinidamente? ¿Está próxima a su final? ¿Cómo está evolucionando la práctica de esta actividad? ¿Cómo se relaciona con el resto de actividades sociales? ¿Qué “amenazas” padece? ¿Cuáles son sus pilares básicos y principales fortalezas?
Se pretende que se puedan diferenciar dos aspectos distintos de la reflexión sobre lo que es la ciencia. Por una parte está la práctica diaria, la cotidianeidad del laboratorio, ajena a planteamientos elaborados, implicaciones profundas... en resumen cómo se trabaja y se trabaja bien. Por otro lado está la reflexión más seria, filosófica, que se hace necesariamente desde un cierto distanciamiento de la actividad diaria. Estas reflexiones son importantes, pero lo son más para la formación de la persona que para su éxito profesional.
Algunos aspectos más se introducen en entradas separadas.